Buscando qué ver esta noche, Más allá de los dos minutos infinitos me llamó la atención por su cartel llamativo y su sinopsis extraña. No conocía su existencia y he tenido mucha suerte en encontrarla antes de que se pierda entre la ingente cantidad de películas y series que hay ahora. Es una película pequeña, de muy bajo presupuesto y menos recursos… pero al mismo tiempo ingeniosa, divertida y con un trabajo enorme en la planificación. Está rodada en un solo plano secuencia, al menos en apariencia, entre una cafetería y la vivienda que está sobre ella. La (pequeña) trama se va haciendo cada vez más compleja y parece expandirse más allá del pequeño círculo donde ocurre todo. En el espacio y el tiempo.
Dura sólo una hora y forma parte de sus aciertos, porque justo cuando puede empezar a parecer que va a flojear, termina. Con lo que no da tiempo a perdernos en la complejidad que va tomando la historia ni a aburrirnos de estar siempre en el mismo escenario.