La memoria como máquina generativa: del efecto Mandela a la Realidad Sintética

Siempre me ha fascinado la forma en que conocemos la realidad. Cómo construimos nuestra versión del mundo a partir de fragmentos de experiencia, a base de relacionar cosas guardadas.

Siempre creí que nuestra memoria funcionaba como una especie de archivo videográfico al que acudimos cada vez que queremos recordar algo. Un disco duro biológico donde están guardadas las experiencias, listas para ser reproducidas. Pero desde que trabajo realizando experiencias de usuario IA y escribo artículos sobre el tema me ha dado por pensar ¿y si no fuera así como recordamos realmente? ¿Y si la memoria funcionara más bien como una IA generativa?

Lo primero que me vino a la mente al pensar en este proceso de «generación de recuerdos» fue el Efecto Mandela, ese fenómeno donde miles de personas comparten exactamente el mismo recuerdo falso de algo que nunca existió. Vamos con esto porque creo que me servirá para explicar mi idea.

Recuerdos de una realidad alternativa

El efecto mandela es uno de esos fenómenos que sólo han podido existir gracias a internet y las redes sociales. Es una historia que se ha convertido en un fenómeno de masas a pesar de lo absurdo que parece. Convertir una situación trivial y cotidiana en algo que destroza completamente el tejido de la realidad. Sólo podía ocurrir en la época de las redes sociales.

Vayamos al origen de la historia. En el año 2005, la investigadora de lo paranormal Fiona Broome asistía a la Dragon Con, una de tantas convenciones de fans de la fantasía, los cómics, los videojuegos, rol, etc… En una charla casual en la que se mezclaban multitud de temas, como es lo normal en ese tipo de convenciones, salió en la conversación el famoso Nelson Mandela. Fiona se extrañó de que hablaran de él como si siguiera vivo cuando ella recordaba claramente que había muerto en prisión. Cuando lo comentó al resto de la gente, le dijeron que era imposible: Nelson Mandela salió de prisión y se convirtió en presidente de sudáfrica de 1994 hasta 1.999 (murió en 2013).

Esto no habría quedado más que en una anécdota perdida en la convención si no fuera porque otras personas empezaron a darle la razón a Fiona. Ellos también compartían el recuerdo de la muerte de Nelson Mandela. Recordaban haber visto la noticia, el funeral por televisión, las consecuencias posteriores…

El efecto mandela: recuerdos de una realidad alternativa

Como recuerdo a ese momento en el que se comenzó a hablar del fenómeno se le empezó a llamar Efecto Mandela. La discusión se trasladó a internet y, como siempre, allí encontró a un grupo creciente de personas que no sólo recordaban claramente la muerte de Nelson Mandela, sino que empezaron a aportar sus propias experiencias. Y esas experiencias encontraba también a un ingente número de personas que recordaban ese hecho alternativo.

Memoria compartida de lo que nunca existió.

Hay cientos de ejemplos de cosas que muchísimas personas recuerdan con certeza de una forma, pero que cuando comprueban la realidad es de otra. Lo extraño no es que cada uno tenga un recuerdo diferente, sino que se comparta el mismo recuerdo falso.

La mayoría de casos se centran sobre todo en nombres o logos que la gente recuerda de una manera muy diferente al real. Como el logo de Volskwagen sin separación entre la V y la W, Kit Kat con o si guión, Philips con dos L en vez de una, el cuerno de la abundancia en Fruit of the Loom, o el monóculo del tipo del Monopoly.

El efecto mandela: recuerdos de una realidad alternativa

Pero todo se complica un poco cuando estos recuerdos falsos compartidos tienen más entidad que una simple falta de ortografía. Por ejemplo, hay diálogos completos de películas que la gente recuerda totalmente diferentes. El ejemplo más famoso es que muchos recuerdad como Darth Vader decía «Luke… yo soy tu padre» en vez de «No, yo… soy tu padre».

El efecto mandela: recuerdos de una realidad alternativa

Es bastante popular que la gente crea que la bruja malvada de Blancanieves dice «Espejito, espejito, quien es la más hermosa…» pero en realidad es algo como: «Espejo mágico, dime una cosa…» (en el original: «Magic mirror on the wall…»). Y cuando se trata de imitar el baile de Tom Cruise en la película risky Business, las pelis, series y programas de tv (o los vídeos de la gente imitándolo en Youtube) que lo homenajean, lo hacen con gafas de sol… porque llevaba gafas de sol ¿verdad?

Ya no son faltas de ortografía con logos y cosas menores, ya empezamos a hablar de falsas escenas completas que la gente recuerda en común de la forma equivocada.

Pero, espera, esto se vuelve un poco más extraño…

Hasta ahora no dejan de ser pequeños detalles sin importancia, pero qué pasa cuando lo que recuerdas mal son hechos históricos. Por ejemplo, mucha gente recuerda como Matin Luther King fue asesinado con una pistola a poca distancia, en vez desde mucha distancia con un rifle. ¿Y el famoso hombre parado frente a los tanques de la plaza de Tiananmen? Muchos recuerdan cómo les impactó ver que el tanque no se detenía y acababa con la vida de aquel hombre.

Ahora juguemos un poco con tu propia memoria. ¿Recuerdas cuánta gente iba en el coche del presidente Kennedy cuando le dispararon? Piénsalo antes del ver el vídeo. Seguro que recuerdas perfectamente cuántos había.

No sé tú, yo pensaba que eran 4… ¡pero resulta que iban 6! ¿Estaba equivocado o es que tenía el recuerdo de una realidad alternativa en el que sólo había 4 pasajeros? 

Y así continuamente. No son personas aisladas que confunden hechos, son millones de personas que creen estos hechos alternativos de la misma manera. Comparten un falso recuerdo común.

¿Cuál es la explicación de este Efecto Mandela?

Hay quien habla de universos paralelos, experimentos del CERN… o que esos fenómenos no son un accidente sino que están provocados y forma parte de algún tipo de control mental.

¿En qué momento el «ah, pues yo pensaba que este tipo había muerto» ha pasado de ser un simple error de cultura general a formar parte de una conspiración que pretende destruir el tejido de la realidad que conocemos? ¿Con qué pruebas? ¿Tu memoria? Yo no sé tú, pero yo tengo que hacer un esfuerzo importante para recordar lo que comí ayer.

La mayoría de casos que cuenta la gente son de cosas que recuerdan de forma diferente de sucesos que ocurrieron… ¡cuando eran niños! ¿Recuerdan mal el diálogo de una peli, la fecha de una muerte o que la marca Philips con dos «l» y ya empiezan a hablar de universos alternativos? ¿No es más sencillo pensar que simplemente estaban equivocados?

En realidad, está más que demostrado científicamente que nuestra memoria es extremadamente manipulable. La psicóloga Elizabeth Loftus ha dedicado décadas a estudiar lo que se conoce como «falsos recuerdos» y ha demostrado experimentalmente que es posible implantar recuerdos completos de eventos que nunca ocurrieron. En sus estudios, conseguía que las personas «recordaran» vívidamente haberse perdido en un centro comercial cuando eran niños, o haber visto accidentes de coche que nunca presenciaron.

El estudio de este fenómeno tuvo mucho impacto en el sistema judicial. Los testigos oculares, que durante mucho tiempo fueron considerados la evidencia más fiable, resultan ser sorprendentemente poco confiables. No solo porque mienten, sino porque genuinamente «recuerdan» versiones distorsionadas de los hechos. Las preguntas sesgadas de los abogados, el paso del tiempo, incluso las noticias que leen después del evento, pueden alterar completamente lo que creen haber visto.

Es más, está documentado que los testigos adaptan inconscientemente sus recuerdos para que encajen con sus propios prejuicios o con la narrativa que más sentido les hace. El cerebro, en su afán de crear coherencia, rellena lagunas y ajusta detalles hasta que el recuerdo «cuadra» perfectamente.

Así que sí, es más que probable que simplemente estemos equivocados.

Pero… en realidad esto significa mucho más.

Esto significa que, irónicamente, los conspiranóicos tienen razón cuando dicen que creamos realidades alternativas. ¿¿Y si tienen razon en todo?? Bueno, no, tampoco nos flipemos, esa gente sigue estando muy loca, de eso no hay duda. Bromas aparte, lo que quiero decir es que si, como dice la ciencia, nos inventamos los recuerdos para que encajen en «nuestra realidad»… entonces sí que estamos creando realidades alternativas tal y como dicen ellos.

Imagina que solo guardamos algunos fragmentos clave de las experiencias. Cuando tratamos de recordar, le damos a nuestro cerebro algo parecido a un prompt («¿cómo era la cola de Pikachu?») y él genera el recuerdo combinando esos fragmentos guardados con patrones, expectativas y lógicas previas. Como cuando le pides a una IA que genere un vídeo y usa imágenes de referencia pero crea algo nuevo que parece real.

Últimamente, varios científicos han empezado a explorar justo esta comparación entre la forma en que recordamos y la manera en que las IA generativas “fabrican” sus respuestas. Algunos estudios (como los del University College London o el neurocientífico Edmund T. Rolls) sugieren que nuestro cerebro no guarda recuerdos como videos exactos, sino que reconstruye escenas, detalles y emociones usando fragmentos sueltos mezclados con expectativas.

Así como una IA puede generar una imagen de un gato con sombrero sin haber visto jamás uno igual, el cerebro humano puede generar recuerdos “nuevos” basados en lo que creemos que debería haber pasado. En ambos casos, hay una base real… y un buen puñado de imaginación para rellenar los huecos.

Por cierto, sé que muchos de los que leais esto os habéis imaginado la cola de Pikachu con la punta de color negro. Y nunca fue así…

Ahora imagina que en el futuro la IA generativa haga exactamente esto con nuestros recuerdos: que los «complete», que los «mejore», que nos ayude a recordar con mayor claridad conversaciones importantes, momentos emotivos, experiencias que creíamos perdidas.

Oceanía nunca estuvo en guerra con Eurasia

Imagínate preguntándole a tu asistente de IA: «¿Qué me dijo exactamente mi padre la última vez que hablamos?» Y que te genere una respuesta tan emotiva, tan coherente con todo lo que sabía de ti y de él, que nunca dudarías de que es real. O pedirle que te reconstruya cómo fue realmente aquella discusión con tu pareja, con todos los matices emocionales que tu memoria ha ido difuminando.

La tentación es irresistible. ¿Quién no querría recordar mejor los momentos importantes? ¿Quién no preferiría una versión más clara, más completa, más satisfactoria de sus propias experiencias?

Pero, si nuestro cerebro ya fabrica recuerdos convincentes sin ayuda tecnológica, si miles de personas pueden ponerse de acuerdo espontáneamente en que Mandela murió en prisión, ¿qué pasará cuando tengamos máquinas perfectas generando «evidencias» de cualquier pasado que queramos recordar?

La frontera entre lo que realmente vivimos y lo que creemos haber vivido se volverá completamente porosa. Y no solo a nivel individual, será colectiva. Nuestros «recuerdos mejorados» se compartirán, se reforzarán mutuamente, se convertirán en la nueva realidad consensuada.

El efecto Mandela que hoy nos parece una curiosidad de internet podría ser solo el ensayo general de un futuro donde la distinción entre memoria real y sintética sea imposible de trazar. Donde cada generación crezca con una versión ligeramente diferente del pasado, perfectamente documentada por IAs que «recuerdan» por nosotros.

¿Seguiremos siendo los mismos si nuestros recuerdos formativos pueden ser editados, mejorados, optimizados? ¿Qué significa la identidad personal cuando los momentos que nos definieron pueden ser reescritos con la precisión de una máquina que nunca olvida… pero que tampoco ha vivido nada real?

Puede que el verdadero efecto Mandela no sean esos recuerdos colectivos erróneos que discutimos en internet. Puede que sea el momento en el que nos demos cuenta de que la realidad siempre ha sido más frágil, más maleable, más generativa de lo que creíamos. Y que estamos a punto de entregar esa maleabilidad a sistemas que pueden crear pasados perfectos… pero que nunca han tenido un presente auténtico.

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