Tenía muchas ganas de ver el regreso de Bong Joon-ho después de Parásitos, y con Pattinson en el papel principal las expectativas estaban altas. La premisa me parecía atractiva aunque no del todo original: un empleado clonado que acepta misiones suicidas sabiendo que, si muere, simplemente activarán una nueva versión de sí mismo. Hay algo perturbador en esa idea y una oportunidad única para hablar sobre la identidad y la supervivencia.
El problema es que la película plantea todo esto y después parece no tener muy claro hacia dónde tirar. Me funciona muchísimo mejor cuando se mantiene en lo íntimo y cotidiano. Pattinson navegando las relaciones absurdas dentro de la colonia, las dinámicas de poder, toda esa sátira brutal sobre la explotación laboral llevada al extremo. Ahí encuentra su tono perfecto, mezclando humor físico con algo bastante siniestro sobre el capitalismo desatado. Tanto Pattinson como Mark Ruffalo están muy cómodos en esos momentos.
Pero cuando intenta abarcar la gran escala y entra en la ecología y en la crítica política gruesa pierde el rumbo completamente. Salta entre demasiados temas: clonación, desigualdad, derechos animales… todo a medias, flojo.
Tenía todas las cartas para ser un peliculón pero se dispersó demasiado. Es frustrante porque la primera parte es bastante disfrutona, pero el desarrollo no logra estar a la altura.